Animal y triste

Hablando de mí



Quería sólo unos minutos con ella fuera de mi mente. Elegí el lugar y salí a intentar nadar, mis músculos se obstinaban en permanecer tensos. Era miedo a través del tiempo, la ingravidez me absorbía e iba dominando, yo indefensa buscaba la nada en que centrarme. Era incomodidad, el haber perdido el control.

Yo tenía diecisiete ella veintiséis, mire como el labio inferior estaba dibujado y enrojecido en su rostro, el superior era sólo una seña, desde ese minuto no desee estar en el agua de nuevo. Me había atravesado, desequilibrándome hacia la posible felicidad.
No quería reírme sola, así es que sólo dejaba escapar brillos luminosos desde mi pecho, era una rareza. No sé que buscaba en mí, pero se llevo algo que no quería ocupar, desde ese segundo brille un mes exacto. Luego volvieron las sombras.

El blindamiento dejo de operar y ella ingresó con su boca como arma. Me hablaba y su voz acariciaba flancos débiles o de pronto desertores, recito uno a uno códigos indescifrables y mis dudas acerca de la felicidad desaparecieron. Aprendiendo a volar, me dejo caer, destrozada seguí viviendo.

Me preguntaron por qué la tristeza, yo no he sabido responder, una desesperanza galopante vive en mí. Debe ser la incertidumbre, es difícil comprender el por qué no sé es amado, yo no tendré jamás cabeza para eso, sólo lo siento.
Mi vida hoy es distinta, ya no sufro, ni lanzo destellos. He querido y me han querido, he amado y me han amado, también han dejado de amarme o simplemente me han ignorado, sin embargo la intensidad esta extraviada por ahí, una trizadura hace que no pueda aumentar la presión en el sentir. Llevo años sintiéndome menos viva.