El cielo cayendo a pedazos
Ella tenía en las caderas espacio de sobra para esconderme.
No supe como todo termino conmigo ampliando las distancias varias ciudades
hacia el norte. Tenía espacio de sobra, pero sólo me escondió una noche, yo me
quede pensando en su cuerpo.
Como el tiempo debe hacer lo suyo después de unos meses
llene con arena cada uno de los espacios obstinados de mi memoria. La dibuje en
el aire y luego le di forma, quizás la prolijidad de vivir adelantando mis
movimientos produjo ese conocimiento acabado, todo lo que soñé dibujar encima
suyo estaba ahí. Hasta hoy muero de sed sólo de recordarla, eso nos pasa en el
desierto.
Siempre he sabido que hay que ser valiente, prepararse para
cuando no te quieren y seguir viviendo, incluso si el aire de pronto se
transforma en vidrio molido, eso no es más que una muestra de cada una de las
trizaduras que nos hace ser lo que somos.
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