Veredictos



Tenía todo el derecho a odiarme, el poner mi rodilla en el borde externo de otro cuerpo me hacía un ser imperdonable. Ella miraba sin el ánimo acostumbrado, sólo quería aguantarse la rabia, ser elegante, pero me odiaba, pude verlo en el reflejo del vidrio al ingresar al túnel.

Seguía mis movimientos sobre la mesa, balanceaba el tenedor en el plato y sentía que eso era un rasguño sobre mí. En algún momento le había prometido algo que no pude cumplir, que mis hormonas y la distancia emocional se encargaron de encaminar, por qué si, hubo una cama de por medio.
Me dolía pero imagino que a ella le ardía algo dentro. Sus ojos me seguían y lanzaban maldiciones o quería verlo así, quizás ella era incapaz de odiarme tan firmemente y sólo sufría, pero yo quise su odio, sentí merecerlo.

Continuamos conversando, habían detalles en los que debíamos ponernos de acuerdo; compras, deudas, viajes. La casa tenía un eco no acostumbrado, cuando se acabo la sobremesa no tuve excusas y me fui a dormir, ella tras sacarse el maquillaje, dejo el vaso con agua en el velador y puso sus pies entre los míos, pensé que ya no habría resentimiento, que algo guardaba para equilibrar las cosas, lo acepte y me dormí abrazándola.
Al despertar en la mañana mire el velador y mi celular estaba dentro del vaso con agua. No dije nada y entré a la ducha.

El día entre su rutina y la mía avanzaba sin espacios, al llegar la cena conversábamos nimiedades, nada nuestro. A veces no dejaba con llave la puerta del baño y me paraba a mirarla, eran varios minutos en su cepillado de dientes; la prolijidad la caracterizaba. Le dije que se acomodara en el lado izquierdo, que yo iría por agua y traje una copa alargada para evitar sus pataletas de niña. Al acostarnos sentía el olor femenino impregnado en las sabanas, no podía calmarme sin eso. Puso sus pies entre los míos, le bese el cuello y le dije que la amaba tres veces.
En medio de la noche me levante al baño, al volver intenté sentarme, como todo el mundo antes de acostarse, al girar se me hizo evidente el rasguño, la copa estaba enterrada en mis muslos y genitales. Ella no mencionó el asunto ni mientras le hacía el cheque a la enfermera encargada de mis curaciones. Asumí cada una de sus escenas como la última, como mi castigo, como un residuo de mi formación católica.
Una noche en medio de la cena me preguntó cuantas veces, no pude responderle, para mí era un todo que si se tenía paciencia podía ser visto por estaciones, fragmentos. Pero ella no lo veía así, mi pensamiento nada pulcro se sepultó en vaguedades. Nos dormimos y sus pies no aparecían en la cama, abrí los ojos y la vi junto a la puerta. Se acercó y montó sobre mí y puso sus pechos en mi rostro, me pidió que le sacara pijama, que pensará en ella encorvándose de placer. Nos desnudamos, la toque y bese, intentaba sacar de mi mente el recuerdo de la otra mujer, tomaba sus pechos y sabía que mi boca había estado sobre unos pezones mas grandes y oscuros hasta unos días antes, pero no podía detenerme, ella interpretaría mis razones y creería que fue importante; la amaba como para eso, cancele ideas.

Sentí, en medio del acto, su perdón. Ella me pidió estar arriba, le di el control. Separó mis piernas y abrió las suyas, no le importaban simbolismos puritanos y mi lujuria al fin dejaría de separarnos. No me di cuenta del paso intermedio, su mano estaba de pronto separando mis labios, ella se encorvaba como la había soñado, deje de sentir su mano quizás, fue muy rápido, cuando volví a abrir los ojos ella sostenía el soquete y la sangre se mezclaba entre los trozos de ampolleta y nuestras piernas.

Comentarios

Anónimo dijo…
¡Hola! vaya-vaya, esta historia me sorprendió mucho, no conocía esta faceta de tu creatividad tan concentrada en la descripción del dolor físico...mmm algún sentimiento de culpa rondando por allí... ¿estas buscando algún "merecido castigo"? ja-ja-ja, ¡noooo, ché!, sigue explorando todos los rincones literarios por así decirlo

Han quienes sienten placer antes estimulaciones de dolor ¿Haz leído "el maestro del azote"?, da la curiosa coincidencia que un amigo publico un extracto de dicho texto en su blog personal y alli eso el puso unas ilustraciones de Milo Manara que no va al caso pero yo rayo la papa con los comics de el desde como los 20 años jijji de hecho en ocaciones sus ilustraciones forman parte de mi "cara de msn"

Mil Abrazos, Píxeles

link de extracto del maestro del azote:
http://monoxido316.blogspot.com/2006/08/el-arte-del-azote-1-el-maestro-del.html

Entradas populares