De mi locura


Me senté para saber si aún tenía pies; lo único que descubrí es que nunca había tenido trasero: mis pantalones sueltos y sin relleno me lo dijeron. Había caminado mucho, en realidad demasiado para unos pies sedentarios como los míos. El cielo que me había acompañado todo el camino, estaba cambiando de color y olía tierra mojada.

Creo que fueron las gaviotas las que me dijeron que llovería, ese aviso era un resfriado seguro para mí; una niña débil como yo siempre tiene enfermedades “seguras” con los cambios climáticos, mi plus, la seguridad. Era irónico, llovería en primavera, mi sueño de niñez. Soy alérgica, ¡muerte al polen! Fue mi himno de batalla, lo que me trajo varias demandas por parte de la asociación de abejas obreras. Lluvia en primavera y me traería un resfriado. ¿Quién entiende a la naturaleza?

Pasé la tormenta bajo un árbol, era forastera por primera vez en mi vida, sólo una forastera sería tan estúpida para no ir a un albergue para vagabundos porque, aunque no lo quería ver así, viajando sin dinero era una vagabunda.
Bueno pero lamentarse por unas gotas y una posible bronconeumonía era tonto, lamentarse por el pasado es una estupidez, también es una costumbre que me caracteriza.

Se preguntarán por qué viajaba. Bien, abandoné la seguridad de mi hogar para cumplir mi sueño de niña: quería comprar un par de alas y ser un ángel, o volar como ángel, por que para que estamos con cosas, un ángel no soy. Las alas que yo deseaba no estaban en mi ciudad, vivía en un lugar pequeño, dónde lo único que se vendía era lo que la gente realmente necesitaba. Entonces emprendí el viaje a la gran ciudad, a la casa de mi hermana, en busca de protección porque no sé que hay en mi cabeza, creo que fue un problema en la etapa de amamantamiento, fue muy poco tiempo por qué siempre busco alguien que me proteja, creo que soy un tanto insegura ¿no?

Llegue a un lugar con las paredes trizadas en forma horizontal. Sólo podía ser la casa de mi hermana que detesta las cosas verticales. En realidad ella también esta loca, se casó para poder cocinar sin que mi madre le dijera que debía lavarse las manos. Me recibió con los brazos casi abiertos por que no se acordaba muy bien de mí. Entonces tuve que contarle la historia de su hermana mayor, la que vivía con sus padres y que todavía se iba a dormir con ellos en las noches de tormenta, si la que ellos odiaban por eso y por que tenía 28 años y no se valía por si misma. La que aún no dominaba su oído medio y cada vez que se subía aun vehículo vomitaba.
Creo que eso fue suficiente para que ella continuara con la historia de cuando yo era adolescente y la sobrealimentación me tenía en un estado de obesidad mórbida y ella debía cortarme las uñas, por qué me era inútil intentar alcanzar mis pies.

Mi hermana no había cambiado mucho, su esposo era un pingüino, sin cuello, gordo y pequeño, su hijo tenía cara de sabana con sólo un doblez, que simulaba la nariz. Mi sobrino y yo pasamos varios días juntos, salíamos por la ciudad. Una de las cosas que descubrí fue lo doloroso que puede ser para un niño que no se trate con tacto algún defecto suyo. Cuando entrábamos a tiendas de disfraces la gente preguntaba si les pertenecía el disfraz de fantasma del niño. Yo traté de manejarlo de la mejor forma posible, sin embargo, varios días después lo encontré con dos círculos de rubor frente al espejo. Fue difícil caminamos mucho, bajé de peso. Pero fue por la comida de mi hermana, tenía miedo de encontrar mugre de sus uñas en el plato. Quizás en eso me parezco a mamá, soy pudorosa.

A pesar de lo extraño que encontré todo, fue una bella experiencia ser un poco independiente, pero pienso que jamás podré dejar a mis padres. Es difícil dormir en la noche, sabiendo que dependes de ti y que nadie te protege por si te ahogas con saliva o quedas atrapada entre tus sábanas.

Se preguntarán que pasó con mis alas. Las encontré, El vendedor dijo que podía incluir un paracaídas por si deseaba lanzarme de algún edificio de gran altura para simular un milagro dentro de una pequeña comunidad religiosa. No quise sentarme a explicar que quería hacer con ellas.

Mi sobrino esta mejor, lo convencí de que también se pintara la nariz, así la gente creería que estaba disfrazado de payaso y no de fantasma. Me dijo que algún de día aprendería a andar en bicicleta de una rueda. Mi hermana esta igual, dibujando con regla sus trizaduras en las paredes y cocinando huevos con mermelada, porotos con sopa de durazno y cosas por el estilo, es innovadora.
Deje todo casi como lo encontré. Siempre de niña me dijeron que eso era lo correcto, a mis 28 lo estoy empezando a entender.

En síntesis, viajé donde mi hermana por un par de alas, ayude a mi sobrino a superar un trauma y me fui. También superé tres cosas: mi miedo a estar sola, mi alergia al polen y el que mi madre no me quisiera, pues al llegar a casa lloró, tenía miedo que a mí, su pequeña, le hubiese pasado algo. Creo que olvidé un detalle al partir: decirle a mi mamá, pero son detalles, si hay otra vez no sucederá.



Este es el primer cuento que escribí...

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