Destellar

Le había pedido que dibujara algo en el aire que diera un par de vueltas en espiral antes de llegar a mi oído, ella cantó.
Desde ese segundo me acompañaba un soplido, no sólo en el silencio la melodía daba sentido, reorganizaba mi caos, dando vueltas en el aire las rutas atochadas comenzaban a distenderse.

No sé porque el corazón esta a la izquierda o su pecho abrigándome del frío matinal. No sé por qué, ni cuando soy feliz. Miramos las formas en el techo que parecen elefantes y todo orquestado es más que una enorme coincidencia.
Yo oyendo sólo por un sector del cuerpo, ella latiendo y su silbido dibujando espirales en el aire.

Me pregunto en que ilación irán ocurriendo los acontecimientos, para que desde un vacío construyan la historia, no quiero entender como desde palabras disueltas en el tiempo se ciñe la dulzura de una época, que aunque breve todo lo marca. Lo constatable, la huella que silencia lo que no esta, que señala que alguna vez hubo algo, esconde para siempre su sentido. Hoy recuerdo algunos días de esas semanas, huellas en mi memoria que reúno, amarro pero no logró revivir. El tiempo de ser pasó, mi vida antes era un preludio.


Habían más colores o de pronto los comencé a ver, ella jugaba a taparme los ojos y descubrirme el mundo inesperado. Juegos de una oscuridad asistida y artificial que brincaba al destellar cromático.
Oscuridades que desaparecían con nuestra persistencia, tras marcar puntos cardinales en su anatomía intentaba perderme. Inútil, mi instinto me conducía sin desvíos hacia donde me esperaba.

Caminábamos sin hablarnos, las calles escondían rutas imprecisas aquellas en que quería detenerme y mirar, improductivo todo el caminar en círculos y hacia atrás, era nuestra forma de distraernos, de despegar el mundo y su lógica de nuestra historia, ya saben, esa serie de hechos. Decidimos encontrarnos por primera vez, yo con algodón de azúcar en el rostro, ella sacando piedras de sus zapatillas. En un banco de seis eslabones, en donde el numero cinco de arriba hacia abajo, estaba roto, nos sentamos a mirarnos. Sus feromonas inquietas se lanzaban a mi cuerpo, esa desconocida insistía en seducirme, como jugábamos, logré resistirme, o hacer como. Minutos más tarde perdió sentido ese esfuerzo, su cuerpo me describió lo que quería y yo me limité a leerlo.

Su piel era un manto que yo iba tejiendo, construido por retazos, tal como mi conocimiento de cada una de las letras con que la epidermis y los fluidos, se escribían. Me gustaba pensarlo así, cada segundo se carga en la memoria cuando se piensa de otra manera.

Dicen que la condena humana es la búsqueda de la felicidad, yo había buscado, hecho y desecho amores que se reducían a una prenda olvidada. Ella sólo aterrizó para encontrar elefantes en el techo. La lógica desde el comienzo había sido desterrada, quien busca esta condenado a no encontrar.

El desvío que tuvo nombre y orden cronológico no contribuía a mi planificación existencial. Ella cantó, dibujándome en el aire y desde ese segundo todo fue. Sin relato mis minutos perdidos, sin lógica siempre el sentido.

Comentarios

Anónimo dijo…
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Diva dijo…
Escribanaaaaaaaaaa! Estas perdida mina! ¿Dónde se esconde srita? Alimente este blog, lo tiene casi en inanición. Espero leerte pronto. Chau mina!
escribana dijo…
A veces siento que olvidar a alguien que te intereso es una deslealtad con uno mismo.
Pensar que mi ser ahora, es más lucido que el que sentia más intensamente... me niego a los olvidos quiero recordarlo todo siempre.

Dejemos de lado la categorización en nuestras vidas, seremos unos esquizoides más plenos.
Anónimo dijo…
y si no olvidar te hace daño, aún asi es una deslealtad?
escribana dijo…
Creo que el hecho que existan personas que disfruten la comida picante, la amargura del cafe, el ardor del tequila señala un empecinamiento en lo que es el displacer final...

sólo trato de ser consecuente con mis impulsos, deseo también el dolor.
Anónimo dijo…
Yo antes pensaba que la vida venia con eso, con el dolor. Que así debia ser por regla, que no amabas, no vivias, no respirabas si algo no te dolia. Hoy no quiero que sea así, pero sigue estando presente y no se acaba nunca y a veces, no sé si quiero que acabe.

Me dijeron una vez que vivir así era vivir enferma, que de algún modo no vivias plena. Aún no sé si esa persona tiene algo de razón. No sé si vivir sea estar feliz.
escribana dijo…
Nadie puede ser tan sano... aunque de pronto sé es feliz y no hay ninguna explicación, uno cree superar etapas y no es así, sólo hay olvidos.
Anónimo dijo…
no creo ke las cosas se olviden, sólo las escondes, para sacarlas cuando se necesiten
Anónimo dijo…
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Anónimo dijo…
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